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EL SUEÑO AUSTRALIANO (Parte 3)


 Por: Vanessa García

Sin pensarlo 2 veces y con una fé inquebrantable que siempre me ha caracterizado decidí renunciar a mis 2 trabajos limpiando oficinas para ir en búsqueda de algo que me permitiera perfeccionar mi nivel de inglés e interactuar con otras personas. Fue así como por varias semanas recorrí cientos de restaurantes, bares y cafeterías de Brisbane en busca de aquella oportunidad. Preparé un corto pero convincente discurso sobre mí, expresaba las ganas que tenia de trabajar incansablemente y con una enorme sonrisa y la mejor actitud salía en busca de alguien que creyera en mí y me diera una oportunidad. Al poco tiempo ya estaba trabajando en un restaurante griego por las noches y otro restaurante español los fines de semana al mismo tiempo que completaba mis estudios de Negocios que recientemente había comenzado.

Durante este tiempo mis días consistían en trabajar largas horas, cumplir con mis horas de estudio obligatorias para mantener mi visa de estudiante y socializar en el poco tiempo que quedaba. Necesitaba trabajar lo suficiente para poder pagar mis gastos básicos de manutención, pero también mis estudios y visas, que, a propósito, son bastante costosos para estudiantes extranjeros.

Vivía en un apartamento en el centro de la ciudad con estudiantes de otros países y para poder costear la renta en ese lugar nos acomodábamos 2 personas en cada cuarto y otras 2 personas en la pequeña sala del apartamento. Éramos a veces hasta 6 personas compartiendo un pequeño espacio. Era muy común entrar al apartamento y ver nuevas caras viviendo conmigo. De hecho, era muy común compartir mi habitación con desconocidos ya que, cuando un compañero de apartamento se iba del todo de Australia y se regresaba a su país de origen, algún amigo o conocido tomaba su lugar.

Durante ese tiempo me toco aprender a tratar con personas de diferentes culturas, idiomas, costumbres, hábitos. Era un aprendizaje diario ya que un día podía estar compartiendo mi habitación con una chica de Nueva Caledonia y al día siguiente con un chico de Israel. Era algo así como abrir mis ojos muy temprano por la mañana y ver a alguien dormido en la cama al lado de la mía y darle la bienvenida: “Hola, Buenos días. Yo soy Vanessa. Bienvenido a nuestro hogar” y si la persona sabia algo de inglés entonces posiblemente se establecía una conversación básica pero no siempre ese era el caso. 

Un día con mis compañeros de estudio planeamos un viaje de bajo presupuesto a Nueva Zelanda. Viajamos 4 amigos de norte a sur por 12 noches compartiendo habitación en algún hostal de la ciudad. Nueva Zelanda es un bello país de Oceanía localizado en el océano pacifico con los paisajes naturales más bellos que he podido apreciar. Admirando sus hermosos glaciares, lagos, montañas y la perfección de sus ciudades me sentía altamente agradecida de poder vivir esta experiencia tan maravillosa. Me llené de valor, de seguridad en mí misma y sentí que ya estaba lista para la siguiente etapa de mi vida: Empezar una vida laboral profesional en Australia.

A los pocos días de mis cortas vacaciones y sintiéndome renovada mental y físicamente ocurrió lo que yo denomino como un “milagro”. Estaba trabajando como de costumbre en el restaurante griego del centro de la ciudad cuando llegó un hombre de unos 50 años aproximadamente, me pidió un café cargado y se sentó en su mesa a esperar. Cuando me acerque a llevarle su café se mostró muy interesado por mí. “De dónde eres?” Me pregunto. “Siempre que paso por esta calle para ir a mi oficina te veo trabajando”. “Te he visto a las 6 de la mañana y también te he visto a las 10 de la noche” Trabajo muchas horas señor! Le respondí con una leve sonrisa. Le conté que recién había terminado mis estudios de Economía en Colombia y mi sueño era perfeccionar mi inglés, desarrollar una carrera profesional en Australia, volverme ciudadana y viajar por el mundo. “Yo te puedo ayudar” Me respondió. Le sonreí incrédula.  

“Hola, Me llamo Jim, tengo una firma de ingenieros. Necesitamos a alguien que sea trabajador y con buena actitud, así como tú. Te invito a que conozcas nuestras oficinas mañana”.

 

Continuará

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