Por: Vanessa Garcia
¡No
veo la hora de divorciarme de ti!
Con
estas palabras Oscar terminaba una relación sentimental de más de ocho años con
Carla. Una relación, que, como muchas, se consolidó frente al altar en una
hermosa ceremonia religiosa frente a amigos y familiares y que poco a poco se
fue deteriorando hasta convertirlos en dos extraños, infelices y miserables, que
compartían el mismo techo deseando silenciosamente algún dia poder escapar.
Con
unas vacaciones románticas en una isla paradisiaca situada en el vasto mar caribe, Carla
y Oscar intentaban, una vez más, salvar su relación de pareja.
El
ambiente era tranquilo y ambos estaban muy esperanzados de empezar sus tan
anheladas vacaciones sin saber que la dicha duraría menos de 24 horas: Una
simple discusión, un simple desacuerdo sería la gota que finalmente rebosó el
vaso.
Carla,
desesperada, agotada mentalmente y sin energías para seguir discutiendo, se va
a su habitación del hotel a descansar. Después de algunos minutos que
parecieron horas, Oscar regresa y se acuesta a su lado sin hablarle, sin mirarla,
sin determinarla … ¡Las palabras se habían agotado!
En el
silencio sepulcral de la madrugada, Carla intenta abrazar a su pareja, quizá para
despedirse de esa relación que ya no tenía marcha atrás, quizá presintiendo ese
final inevitable; sin embargo, Oscar rechazó su presencia contundentemente. El
resto de la noche la pasaron en la misma cama, a pocos centímetros separados
físicamente, pero con un océano separándolos emocionalmente. Ya nada volvería a
ser lo mimo. ¡Sabes con quien te casas, pero no de quien te divorcias!
A la
mañana siguiente y sin haber podido dormir Oscar se levanta, toma su equipaje y
sin despedirse toma el primer vuelo de regreso a casa dejando a Carla atrás que
finalmente rompe en llanto y deja salir toda esa impotencia que la carcomía por
dentro.
Carla,
devastada, experimenta por primera vez en carne propia algunas de las etapas
del duelo de una mala ruptura amorosa: Tenía sentimiento de culpa por haberse
fallado a sí misma, sentía ira por la manera en que todo había terminado, tenia
mucho miedo por la realidad de un futuro incierto, dolor por haber fallado en
el que Ella creía era su plan de vida y un dolor profundo por sentirse, una vez
más, abandonada por el que Ella pensaba estaría a su lado “en las buenas y
malas”.
Al
regresar a casa unos días después, Carla se enfrenta con la dura realidad de que
Oscar había tirado a la basura todas las fotos de los dos que por muchos años adornaban
su hogar y que ahora se convertía en un espacio solo, vacío y sin alma. Ese día,
Carla salió de esa casa y jamás dió marcha atrás. Dejó todas sus pertenencias
materiales y se llevo con Ella la poca dignidad y amor propio que aún le
quedaban.
Hoy,
Carla vive sola y ha escogido su bienestar físico y emocional como su prioridad
no negociable. Da pasos firmes y seguros y sabe que, a pesar de los golpes, la
vida le ha dado una segunda maravillosa oportunidad para construir el futuro con el que siempre soñó.
Es libre y disfruta de su nueva independencia.
Es paciente y deja que las cosas fluyan porque sabe que lo mejor aún está por
venir.
Carla
es valiente y arriesgada; es fuerte y apasionada. Tiene grandes metas y trabaja
por ellas sin cesar. Si se cae 100 veces, se levanta, se sacude y lo vuelve a
intentar.
Es
agradecida y positiva; disfruta el presente y el día a día. Se valora y se ama
incondicionalmente y ha aprendido alejarse, a tiempo, de cualquier cosa que
vaya en contra de sus valores y creencias.
Comprendió
que solo Ella, y nadie más que Ella, es la responsable de su felicidad. Aprendió,
a empujones, que la vida nos pone las mismas pruebas en diferentes personas y
escenarios hasta que hayamos sanado lo que tengamos que sanar.
Sabe
que cuando se cierra una puerta, tres más están por abrirse y que nada,
absolutamente nada pasa por casualidad. Todo pasa como tiene que pasar y dura
lo que tiene que durar. Cada persona que conocemos en nuestro camino se
convierte en una bendición o en una lección. ¡Tu escoges! Somos un espejo y
atraemos exactamente lo que somos. Somos el resultado de las decisiones que tomamos
y de las personas que nos rodean.
Carla ya
no busca llenar vacíos con nada ni nadie. Sabe que la felicidad y la
tranquilidad está dentro sí misma y que cualquier tipo de validación externa es
simplemente pasajera.
Carla renació y está mas viva que nunca!
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