Ir al contenido principal

EL AMOR ME ENCONTRO Y ME MUDE A LA CIUDAD MAS REMOTA DEL MUNDO


Por: Vanessa Garcia

 Mi primera entrevista para un cargo profesional en Australia fue bastante intimidante. Nunca antes había trabajado en una oficina o en un cargo profesional y mi corta experiencia laboral a mis 24 años de edad se resumían en un cargo limpiando oficinas en un edificio del gobierno australiano y otro como mesera en un restaurante de la ciudad de Brisbane. Prácticamente llegué a Australia sin inglés y sin experiencia laboral. Recientemente había terminado mis estudios de Economía en Colombia, pero eso por sí solo, en teoría, no tenía suficiente peso para permitirme entrar en el competido mercado laboral australiano. 

Otro punto en mi contra era el hecho de que mi nivel de inglés era aún un poco limitado, lo podía hablar en la calle para “defenderme” como se dice coloquialmente, pero la idea de, por ejemplo, tener una entrevista por teléfono me aterraba, pero quizá el factor más limitante era tener una visa de estudiante que solo me permitía trabajar 20 horas a la semana legalmente y que en la mayoría de casos personas con este tipo de visa no son considerados para cargos profesionales.

Días previos a dicha entrevista tuve muchos momentos en los que algunos pensamientos negativos se apoderaron de mi mente; pensamientos limitantes que saboteaban esa gran oportunidad que la vida me estaba presentando. ¡Ya sabes! Pensamientos como: “No voy a ser capaz”, “No soy lo suficientemente buena”, “No estoy preparada para este reto”, “Hay muchas personas más capacitadas que yo” pero también era consciente que tenía, y sigo teniendo, cualidades muy valoradas por líderes tales como: ¡Disciplina, Ganas, Actitud, Transparencia y Autenticidad!  

Y fue así como, mostrándome siempre real, autentica y vulnerable logré conectar con la persona que me abriría las puertas del tan soñado mercado laboral australiano; finalmente con algo de melancolía le dije adiós a mi relajado uniforme de aseadora y de mesera y le di la bienvenida a mis atuendos corporativos y a unos incomodos zapatos con tacones muy altos.

Estoy convencida que todo llega cuando tiene que llegar, ni antes ni después. Hay un momento perfecto para todo y cuando aprendemos a soltar y dejamos fluir, la vida nos regala eso que tanto soñamos y por lo que tanto hemos trabajado. La clave está entonces en creer y atraer.

Era diciembre del 2008 y me preparaba para asistir a la fiesta de navidad de la empresa. Era una noche cálida de cielo claro y estrellado y el ambiente perfecto para celebrar un año exitoso. Nuestros invitados llegaban y yo disfrutaba conversar con cada uno de ellos; con fascinación iba descubriendo diferentes culturas, razas y religiones.

Al final del salón veo un hombre alto, atractivo, de pelo rubio y ojos azules que se robó toda mi atención. Después de un par de cruce de miradas y dos copas de vino sentía que tenía algo de valentía para iniciar un contacto. Me acerqué y conversamos brevemente, lo suficiente para saber que quería saber más de Él. Hubo una conexión inmediata, una atracción innegable. Éramos solo Él y yo en medio de la multitud. Nada mas importaba en ese preciso momento.

Decidida a no dejar pasar esta nueva oportunidad y con la seguridad que a veces me acompaña me atreví a preguntarle: “Te gustaría reunirnos otro día para tomar algo y hablar con más calma?” y luego de unos segundos que parecieron horas y con una sonrisa pícara y una mirada intensa respondió: “Para mañana es tarde Vanessa” 😊

Esa noche me contó que vivía a 5 horas de vuelo de mi ciudad, que estaba en un viaje de negocios y que tendría que regresarse muy pronto a casa. Sentí algo de desesperanza por la distancia que nos separaba, pero la vida tenía otros planes para mí y después de año y medio de un hermoso romance, de llamadas diarias (que sirvieron para perfeccionar mi inglés), de viajes constantes de una ciudad a otra para poder estar juntos, decidí, una vez más, dejarlo todo atrás y empezar una vida nueva en un lugar remoto.

Y fue así como una colombiana y un sudafricano, tan diferentes como agua y aceite, se enamoraron en Brisbane y comenzaron una vida juntos en Perth: La Ciudad más remota del mundo.

¿Qué impredecible y fascinante es la vida, cierto?


Comentarios